Ambre Kahan nació en Aviñón. En 1985. Un año emblemático en la historia de un festival cambió para siempre, ese verano, por El Mahabharata de Peter Brook y sus nueve horas de actuación que cambiaron el rostro de las noches provenzales. Los espectáculos de larga duración ya se encuentran aquí en casa. Presentado en el MC93 de Bobigny, ¿el fresco dirigido por Ambre Kahan llegará también a la ciudad de los Papas? Sobre la esperanza. No sólo porque la adaptación de El arte de la alegría, El relato del italiano Goliarda Sapienza (1924-1996) –publicado en 1998 y traducido en Francia en 2005 por Nathalie Castagné para las ediciones Viviane Hamy– desafía los límites de la duración (cinco horas y media, que no abarcan, por tiempo, sólo de las dos primeras partes del libro). Sino porque, con esta extraordinaria propuesta, el artista prende fuego a los teatros donde sube el colectivo Mercurio mientras se cuenta la historia de la heroína Modesta, en la Sicilia de principios del siglo XX.mi siglo.
Cuando la encontramos en París, la Avignonnaise, ahora afincada en Borgoña, muestra dulzura, calma y serenidad. Pero las apariencias engañan. Este autocontrol demostrado es lo contrario de una intensa agitación interior. La mano apretada alrededor de una taza de té, la que se define como “súper organizado” dedicó cuatro años de trabajo al texto antes de desplegar los episodios 1 y 2 en escena (la versión completa está en construcción).
Viajó a Sicilia siguiendo los pasos del escritor, allí realizó investigaciones y profundizó en su tema. Ella no sabe hacerlo de otra manera. “Antes de los proyectos me gusta buscar cosas que estén alejadas del teatro. » Ella no se prepara, ella “prepararse demasiado”. Un requisito que también se aplica a los actores, a quienes se les pide llegar. “su texto” en los ensayos. Después de lo cual los impulsa a una inmersión principal cosida: “Los instalo en el espacio escénico y la duración del sonido. Saben que tienen que saltar al vacío. Yo tengo el control y nunca los interrumpo. Sólo intervengo una vez terminada la secuencia. »
“Liberación absoluta”
Método singular (prefiere hablar de «gramática») lo que deja a los actores libres para tantear, sin verse castrados en su impulso, antes de encontrar su camino. Esto les permite acceder al tono y al gesto correctos, y explica por qué su conjunto, de rara coherencia, vibra en sintonía.
Ambre Kahan no inventa una escuela de juego, pero inyecta un elemento clave en su sistema: el respeto. “No quiero inmiscuirme en la vida privada de los actores. Lo que sucede entre ellos en el set debe surgir fuera de mi presencia. » Ver la belleza de las escenas (especialmente eróticas) que tejen El arte de la alegría, nos decimos a nosotros mismos que esta retirada es buena. Y esa confianza en los intérpretes «responsable» tiene como corolario su desarrollo. ¿Cómo hizo suya la directora esta obvia afirmación?
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