Una parte del gran juego internacional en torno a los semiconductores se juega en el desierto de Arizona. Al norte de Phoenix, la capital del estado, se encuentra una especie de gigante industrial, surgido del primer fabricante mundial de chips electrónicos, la taiwanesa TSMC (Taiwan Semiconductor Manufacturing Company).
El gigante de los microprocesadores se sintió atraído hacia este lejano territorio del oeste americano por un conjunto de subvenciones locales y, sobre todo, federales. Desde la pandemia de Covid-19, Estados Unidos ha hecho del reinicio de la producción de semiconductores una prioridad de seguridad nacional. Al igual que Donald Trump antes que él, el presidente Joe Biden quiere reducir la dependencia de la industria estadounidense de Asia. Y sobre todo “contra China”, según el objetivo de la Casa Blanca, en un sector tan esencial para la economía.
A 2.000 kilómetros del Silicon Valley de California, Phoenix empieza a merecer el apodo de «Desierto de Silicio» que le proponen sus comunicadores. Desde la crisis sanitaria y la reindustrialización propugnada por Joe Biden, la ciudad se ha convertido en un punto de acceso para el desarrollo de tecnologías avanzadas; el escenario de uno de los episodios de la Guerra de pulgasla guerra de chips entre Washington y Pekín por el control de un componente esencial para smartphones, coches conectados, videojuegos, dispositivos médicos, etc. Mientras que el 80% de los semiconductores del mundo se fabrican en Asia (y el 90% de los más avanzados en Taiwán), y la isla está amenazada por China, el Pentágono tiene prisa por poner fin a su dependencia de TSMC para sus misiles y aviones de combate.
Junto a la Interestatal 17, una autopista que discurre hacia el norte a través del polvo rojo, TSMC ha construido dos “fabs” (plantas de fabricación, en la jerga industrial), en una superficie de cinco kilómetros cuadrados, un lugar gigantesco que ocupa a 12.000 personas. trabajadores. Fab 21 producirá chips con una finura de grabado de 4 o 5 nanómetros (milmillonésimas de metro), una hazaña tecnológica que TSMC es la única, junto con la coreana Samsung, que domina actualmente. Capacidad de producción prevista: 20.000 obleas de silicio al mes.
Detener los avances tecnológicos chinos
Veintiocho de sus subcontratistas ya han tomado posiciones en los alrededores de Phoenix. La taiwanesa Sunlit Chemical ha construido una planta de producción de ácido fluorhídrico en los alrededores, con un coste de 100 millones de dólares (93 millones de euros). La estadounidense Amkor está construyendo una fábrica en Peoria, a 35 kilómetros de TSMC, para envasar los chips de Apple que saldrán de la fundición taiwanesa.
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