Aún se desconocen los autores de los diversos daños a las infraestructuras.

Una acción coordinada en diferentes puntos del territorio, cerca de cruces ferroviarios, cuyos autores aún se desconocen. La comunicación entre la policía y los servicios judiciales sigue más cerrada de lo habitual en relación con la ola de sabotaje que afectó a tres puntos de la red ferroviaria la víspera de la ceremonia inaugural de los Juegos Olímpicos (OG), el jueves 25 de julio, haciendo temer a más de un Paralización momentánea del tráfico ferroviario. Los cables de fibra óptica que garantizan la transmisión de información de seguridad a los conductores fueron cortados y, en algunos casos, incendiados en estaciones de conmutación estratégicas en Courtalain (LGV Atlantique), Croisilles (LGV Nord) y Pagny-Sur-Moselle (LGV East). Otra acción de este tipo, iniciada en Vergigny (Yonne), fue frustrada en el LGV Sud-Est gracias a los ferroviarios encargados del mantenimiento nocturno de la red.

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El caso no sólo es delicado por la posibilidad de que tales actos se repitan; Se trata, sobre todo, del único gran problema de seguridad conocido hasta la fecha durante los Juegos Olímpicos, con interrupciones para 800.000 usuarios durante setenta y dos horas. El lunes 29 de julio, Gérald Darmanin aseguró que los servicios de inteligencia habían “identifiqué un cierto número de perfiles que podrían comprometerse” sabotaje “voluntario, muy preciso, extremadamente bien orientado”y evocando el “modo de acción tradicional de la ultraizquierda”.

Sin embargo, hasta el momento no se ha presentado ninguna prueba de participación de activistas de esta corriente y el expediente judicial fue confiado por la fiscalía de París a la Jurisdicción Nacional de Lucha contra el Crimen Organizado (Junalco), que encargó las investigaciones en el lugar. -subdirección terrorista de la policía judicial (SDAT) y en la dirección general de la gendarmería nacional.

Dentro del PJ, una fuente confirma la pista preferida, la de “células de ultraizquierda muy discretas, acostumbradas a cierta forma de clandestinidad y que desconfían de los medios de comunicación modernos para evitar ser rastreadas”. Para los investigadores, en cambio, nada indica que la misteriosa carta enviada el domingo 28 de julio a varios medios de comunicación franceses y extranjeros, firmada con un nombre no menos enigmático “Delegación inesperada”, obra de saboteadores. La misiva, que combina la denuncia de la organización de los Juegos Olímpicos, calificada como “campo experimental de gestión de malas conductas policiales”y diversas consideraciones sobre la situación internacional, ciertamente toma prestado de “Registro semántico de organizaciones cercanas a la ultraizquierda”según la misma fuente, pero “recuerda más una comunicación oportunista que una exigencia propiamente dicha”.

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