“El efectivo seguirá siendo un medio de pago esencial”

Erick Lacourrège, de 56 años, es director general de medios de pago de la Banque de France y, como tal, responsable, entre otras cosas, de la impresión de billetes, la supervisión de los medios de pago digitales y la gestión de las reservas de moneda francesa. También preside el Consejo Nacional de Pagos, que reúne a todos los actores del ecosistema de pagos francés, y participa en los trabajos iniciados por el Banco Central Europeo sobre el proyecto del euro digital.

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Cuarenta años después de la llegada de la tarjeta inteligente a Francia, ¿dónde está el uso del efectivo?

El efectivo, que hace cincuenta años todavía era el instrumento de pago ultramayoritario, en más del 90%, sigue estando muy presente ya que representó el 50% del volumen de transacciones en Francia en 2022. Pero la tarjeta está ahora en pie de igualdad con las especies y esto La tendencia seguirá acelerándose. Por tanto, los pagos en efectivo pasarán a ser minoritarios en nuestra economía, tanto en volumen como en valor.

Sin embargo, hay que tener en cuenta lo que llamamos la “paradoja del efectivo”: cuanto menos utilizan los franceses el efectivo en su vida diaria, ¡más retiran de los cajeros automáticos! En 2001, los billetes en circulación representaban un valor de 400 mil millones de euros en la zona del euro; hoy representan 1.600 mil millones. De hecho, más del 80% de este dinero está atesorado: la mitad fuera de la zona del euro –lo que refleja el éxito internacional del euro– y la otra mitad en países de la zona del euro, incluida Francia. Por lo tanto, el efectivo está cambiando de naturaleza: es cada vez menos un instrumento de pago y cada vez más un instrumento de atesoramiento.

Sin embargo, ¿está el efectivo condenado a desaparecer como medio de pago?

Esto es lo que podría sugerir la tendencia de los últimos años a medio y largo plazo. Pero pensamos que podríamos alcanzar un punto bajo, un nivel de uso transaccional, por varias razones. En primer lugar, porque una parte de la población, al determinar la edad, sigue apegada al carácter confidencial de los pagos y hace de la posibilidad de pagar en efectivo una cuestión de libertad individual.

Además, el efectivo sigue siendo un factor de inclusión financiera, por ejemplo para controlar mejor el presupuesto o para pagar los mínimos sociales en Francia, y esto concierne a millones de personas. Por último, el efectivo sigue siendo el único medio resistente en todos los escenarios de crisis en los que trabajamos. En casos extremos, en los que se prevén interrupciones en el suministro eléctrico o la interrupción del acceso a todas las redes informáticas, nos veríamos obligados a volver al efectivo. Por lo tanto, seguirán siendo un medio de pago esencial, aunque sólo sea para garantizar la resiliencia de nuestras sociedades y nuestras economías.

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