El viernes 30 de agosto, Marc Fesneau, ministro dimisionario de Agricultura, decidió finalmente ir a Saona y Loira, más concretamente a la ciudad de Flagy, a la granja de Julien Fuet, criador de ovejas y cabras. Un viaje sobre el terreno, organizado con urgencia, ya que la fiebre de la lengua azul (FBC) está aumentando en Francia y ya ha llegado a este departamento.
Un nuevo serotipo de esta enfermedad, también conocido como “lengua azul”, serotipo 3, hizo su primera aparición en el territorio nacional el lunes 5 de agosto en el Norte, en la frontera con Bélgica. Tres días después, el número de hogares afectados aumentó a 3, luego a 63 el viernes 16 de agosto, antes de llegar a 190 una semana después. Y el viernes 30 de agosto, el número de focos registrados saltó a 342 en tres departamentos, alcanzando los de Orne, Saona y Loira y Somme. La variante de esta enfermedad que se transmite mediante la picadura de insectos, los culicoides, parece, por tanto, muy contagiosa. Apareció por primera vez en los Países Bajos en septiembre de 2023, luego se extendió a Bélgica y antes de llegar a Francia. Afecta al ganado vacuno, pero especialmente al ovino, provocando mortalidad en los rebaños, pero también problemas de fertilidad, abortos y reducción de la producción.
Situación financiera tensa
Por el momento, el ministerio no ha revelado el número de animales que murieron tras la contaminación con FCO serotipo 3. “En determinados rebaños de ovejas afectados, la mortalidad puede aumentar muy rápidamente, alcanzando el 30% o incluso el 50%”afirma Patrick Bénézit, presidente de la Federación Nacional Bovina.
Ante este nuevo riesgo para la salud, el gobierno lanzó el 12 de agosto una campaña de vacunación gratuita, con un coste estimado de 10 millones de euros. Sin embargo, el apoyo a los criadores presentes en la zona afectada por la enfermedad es limitado. Siguiendo el ejemplo de Christophe Van Hoorne, criador de ovejas en Marne y secretario nacional de la Confederación Paysanne. “El lunes estuvo abierta la vacunación y el jueves vacuné a mis animales”él explica. Una decisión que no elimina todas las incertidumbres: “La vacuna tarda tres semanas en hacer efecto. Vigilo mi rebaño por la mañana y por la tarde y examino las cabezas de las ovejas, porque hubo un caso en Aisne, cerca de mi casa.él dice. No puedo darme el lujo de perder ningún animal. »
La situación financiera de los criadores de ovejas es, de hecho, tensa. Por tanto, los temores son fuertes en sus filas. Y surge la pregunta de si el número de vacunas encargadas por el Estado será suficiente mientras la superficie afectada crece muy rápidamente y representa ya casi dos niveles del territorio.
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