El nuevo Mini Countryman rompe moldes

Un Mini que mide más de cuatro metros, ¿sigue siendo un Mini? Este juicio ya no es necesario. BMW, propietaria de la marca, lo ha decidido definitivamente. El Countryman, que cuando apareció en 2010 medía 4,07 metros, ahora mide 4,44 metros. La flamante y tercera generación de este exitoso modelo (1,2 millones de unidades producidas) no sólo cierra un debate que fue controvertido en torno al sexo de los ángeles. Se nota el hecho de que este modelo se ha convertido definitivamente en un coche de la cultura alemana.

Marca en sí misma, Mini debe diferenciar cada vez más su catálogo, lo que facilita el aumento de tamaño del Countryman, obligado a distanciarse del Mini de cinco puertas, pero también del próximo Aceman (4,08 metros), un todo -vehículo eléctrico. Al crecer trece centímetros, este coche cambia de estado. El pequeño SUV urbano, a menudo elegido como segundo coche por las familias adineradas, se transforma en un coche familiar con tres asientos reales en la parte trasera y un maletero de 450 litros.

Que Neuilly, Auteuil y Passy, ​​la Isla de Ré y toda la Costa Azul estén tranquilos. El nuevo Mini (a partir de 40.000 euros) sigue inscribiéndose en un registro abiertamente reglamentario y se mantiene fiel a su territorio preferido, el de los barrios chic. El Countryman básico cuenta con un motor híbrido suave de gasolina (48 voltios) con una potencia aumentada hasta los 170 caballos, que permite un consumo controlado (6,5 litros a los 100 kilómetros en un recorrido predominantemente por autopista). Próximamente se comercializará una versión totalmente eléctrica (a partir de 44.000 euros), pero los últimos fieles del diésel también podrán optar por una versión “de aceite” (43.000 euros).

Leer también | El Mini, 60 años y sigue siendo atractivo

La transformación del Countryman en un Mini familiar se traduce de forma espectacular en términos de estilo. Olvidadas las curvas ligeramente regordetas de las dos primeras generaciones. Los elementos de la carrocería son lisos y el corte de las formas, mucho más anguloso que antes, es aún más estricto. Las proporciones han cambiado y la silueta se ha alargado y engrosado. Los faros ya no son redondos y la parte trasera evoca una camioneta ensanchada, orgullosa de sugerir a sus amables clientes que no ha escatimado en su capacidad de importación. Rigor y funcionalidad: un Mini ya no tiene por qué ser “bonito” y ligeramente peculiar.

Algo de tiempo para adaptarse

En el interior, la tendencia minimalista de la Bauhaus es aún más marcada. La presentación es sencilla y las superficies lisas no carecen de elegancia, pero nos alejamos del ambiente “acogedor” y cálido de modelos anteriores. Tejidos reciclados y revestimientos de plástico de calidad media han sustituido al cuero y a las inserciones de imitación de cromo. El Mini molde se agrieta.

Te queda el 33,28% de este artículo por leer. El resto está reservado para suscriptores.