Frente al hospital de Santa María, en el norte de Lisboa, Isabel camina apresuradamente entre los pacientes, mientras se dirige al aparcamiento. Con ojeras, pelo suelto y varias bolsas en las manos, esta cirujana de 38 años, que prefiere permanecer en el anonimato, se presenta en casa para cambiarse antes de completar su sueldo en una clínica privada. “Trabajo cuarenta horas a la semana en este hospital público por sólo 2.000 euros netos al mes, aunque me especialicé en cirugía durante seis años. Eso no es suficiente para vivir dignamente, aunque sólo sea porque por 1.300 euros al mes ya no se puede encontrar alojamiento en Lisboa. explica, sin ocultar su enfado y su cansancio, en el difícil contexto de escasez de cuidadores. También tengo que pagar la guardería de mis dos hijas. Y los precios de los alimentos siguen aumentando. Por eso también trabajo cinco horas semanales en una clínica privada, sin contar las operaciones que realizo en mi tiempo “libre”. En total trabajo sesenta horas semanales para ganar 4.000 euros netos al mes. »
En febrero, el Instituto Nacional de Estadística de Portugal publicó el número de portugueses con dos o incluso tres empleos. En 2023, superará los 250.000 (de una población de 5 millones de trabajadores, o el 5%). Un récord, que contrasta con indicadores económicos a priori en buena forma: una tasa de crecimiento del 2,3% en 2023, una deuda situada por debajo del 100% del producto interior bruto mucho antes de lo esperado y una tasa de desempleo limitada al 6,5% de los activos. Más de la mitad de ellos son graduados universitarios.
Pero es entre los menos capacitados donde el crecimiento del empleo es mayor. La brasileña Marcia Álvaro, de 42 años, es a la vez limpiadora en alojamientos turísticos y carpintera. Diego, que no quiso dar su nombre, conduce coches para la plataforma digital Bolt y también reparte productos farmacéuticos.
Dificultad para pagar las facturas
En las calles de Lisboa invadidas por turistas –pero también por expatriados ricos, nómadas digitales estadounidenses y europeos u oligarcas rusos– las desigualdades son cada vez más sorprendentes, lo que refleja una economía de dos velocidades. Por un lado, la capital portuguesa pasó del 20mi a las 8mi lugar en el Barnes City Index 2024, que clasifica las ciudades que atraen a las personas más ricas ansiosas por invertir en bienes raíces de lujo.
Por otro lado, tres de cada cuatro familias portuguesas tuvieron dificultades para pagar sus facturas en 2023, según el barómetro anual de la organización de defensa del consumidor Deco Proteste, hecho público el miércoles 20 de marzo. Según la encuesta realizada entre 7.000 personas, y relativa a la carga del gasto en alimentación, educación, vivienda, transporte, salud y ocio, el 75% de los hogares en Portugal están preocupados y el 7% se encuentra en una situación « la critica «. No sorprende que sea la crisis inmobiliaria –el fuerte aumento de los alquileres para los inquilinos y de las tasas de interés para los propietarios– la que está causando los principales problemas.
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