Jean-Claude Weill, un inmunólogo “un poco iluminado” y luminoso

“Investigador divertido” : fue él quien insistió en que este término apareciera en la portada del libro, el primero. Como contrapeso, explica, a la mención “de la Academia de Ciencias” que aparece bajo su nombre y que le parece demasiado solemne. Si bien estoy muy orgulloso de pertenecer “en este club chic”. Pero adónde apenas llega… El inmunólogo Jean-Claude Weill es un orfebre de la contradicción, un rey de lo irreconciliable, a lo que envuelve con una deliciosa ironía.

Nunca, en la memoria de un periodista, nos hemos encontrado con un candidato con un retrato puntuando sus frases con regularidad metrónoma: “Hablo demasiado de mí mismo, no es interesante. » Pero si le indicamos que hemos venido precisamente para oírle hablar de sí mismo y él inmediatamente pasa, con voluptuosidad locuaz, a “historias de un investigador divertido”subtítulo de su libro inclasificable (Elogio de lo inesperado, Educación Belin, 2023). Así se despliega una crónica de la biología a lo largo de un siglo, con la que ha frecuentado a numerosos grandes nombres de todo el mundo, pero también a su propia y colorida existencia.

Abrió una clínica dental sin fines de lucro en Avenue Hoche, París, en mayo de 1968, pero estaba incondicionalmente con los maoístas que pronto saquearían las lujosas tiendas de comestibles del barrio. Comenzó a frecuentar los laboratorios a los 33 años, pero fue a través de un encuentro nocturno en Castel, la discoteca chic del Barrio Latino, de la que entonces era cliente habitual. Defendió su doctorado a los 40 años, pero la comisión que lo reclutó en el Inserm tuvo la sensación, según él, de que estaba “un poco iluminado”. Se despide como un impostor, “un zazou al que le gustaría ser investigador”pero al principio de su carrera recibió el apoyo de los premios Nobel François Jacob (1965), David Baltimore (1975) y Niels Jerne (1984).

Las contradicciones de un “terrible holgazán”

En 1992 fue nombrado profesor de la facultad de medicina Necker-Enfants Malades – lo que le duplicó el salario – pero quien no es médico tampoco desempeña el papel de profesor: “Sólo dos o tres horas de clases de vez en cuando, donde hablaba de mis investigaciones. » Él se ve a sí mismo como » Un rebelde « aquí “nunca publicado bajo la autoridad de un mecenas”pero se presenta en su libro como » el maestro « dialogando con un discípulo de Santiago. Se define como un “terrible perezosa”pero parece haber olvidado las miles de horas de trabajo, entonces tedioso y no automatizado, que requirió la clonación de genes de anticuerpos en pollos en los años 1980, con el descubrimiento de un nuevo mecanismo de diversificación de la respuesta inmune.

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