Su camerino de la Comédie-Française parece una caravana gitana, con sus cojines de flores, su bicicleta dorada escondida en un rincón y su alegre desorden. Cuando Julie Sicard cruza la calle, suele ir vestida con un mono y con zuecos de color rojo brillante o verde manzana en los pies. Es difícil estar más lejos que ella de los clichés que aún atribuimos a las actrices de la venerable casa y que, además, existen desde hace mucho tiempo.
Julie Sicard es la más libre y singular de las grandes actrices francesas, pero no la más conocida. En esta temporada 2023-2024, sin embargo, actúa en nada menos que seis espectáculos, y se prepara para meterse en la piel de Lady Macbeth, bajo la dirección de la directora Silvia Costa.
A sus 48 años, ha interpretado –casi– todo, en esta casa donde entró muy joven, a los 21: clásicos y contemporáneos, drama y comedia –ambos juntos, muy a menudo–. Ella era Angèle en El sistema Ribadierpor Feydeau, Suzanne en Sólo el fin del mundopor Jean-Luc Lagarce, Ilse en Despertar la primavera, de Frank Wedekind. Hizo el conejo, el perro y el ratón en el Fábulas de La Fontaine vista por Bob Wilson, y en El enfermo imaginarioque juega desde hace veinticuatro años, pasó de Angélique a Toinette.
Dinamizar los códigos
Ésta es también la reputación que tiene en la casa: “Julie puede tocar cualquier cosa”, repiten una y otra vez sus compañeros, según confirma el propio administrador, Eric Ruf. ¿Será porque siempre ha tenido teatro en las piernas, en la sangre y en el corazón, o casi? Con la empresa Les Agités, en la que se incorporó a los 13 años, en Poitiers, viajó siendo adolescente, desde Aviñón hasta la entonces Unión Soviética. Esta temporada interpreta también la Sganarelle de Matrimonio forzado, de Molière, en la demoledora versión de Louis Arène, que sigue de gira. Por lo tanto, Julie Sicard parece ser una de las primeras en haber explotado estos famosos “trabajos” que todavía abundan en el teatro francés, asignando a actores y actrices papeles típicos debido a su físico.
No es tan simple, obviamente. “En el Conservatorio, donde entré a los 19 años, mi maestro fue el gran director Jacques Lassalle, que fue muy importante para mí.ella dice. Con él, la dirección de actuación fue viento en popa. Lassalle hizo que todas las jóvenes practicaran Fedra de Racine. Pero, a finales de año, me informó que no era necesario que presentara este puesto, porque no era mi trabajo. » Julie Sicard no se rinde y le cuenta que un día interpretó a Fedra en la Comédie-Française.
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