En un ambiente político caracterizado por la división, Rixi Moncada, aspirante a la presidencia por el partido oficialista en Honduras, ha causado nueva polémica al criticar de manera abierta la función de las iglesias en la nación. Sus comentarios, emitidos en un evento político, generaron respuestas rápidas de líderes religiosos y grupos ciudadano, quienes describieron sus declaraciones como un ataque al papel histórico que las instituciones religiosas tienen en la sociedad hondureña.
El incidente se añade a una secuencia de conflictos anteriores entre el partido en el poder y varios sectores sociales, en un contexto electoral que progresa con marcadas diferencias ideológicas y un aumento de críticas sobre la gestión del debate político.
Manifestaciones en el foco de la discusión
En una declaración difundida a través de redes sociales, Moncada afirmó que las iglesias “guardan silencio frente a las desigualdades sociales” y “sirven a los intereses del poder económico”. Estas declaraciones fueron vistas como una crítica directa al papel de las instituciones religiosas dentro del ámbito político y social de Honduras.
Estas declaraciones generaron un rechazo inmediato por parte de representantes de distintos credos. El pastor Marco Tulio López, del Concilio de Iglesias Evangélicas, respondió que “la fe no se arrodilla ante el poder político ni económico”, y advirtió que “lo que sí arrodilla a una nación es el odio disfrazado de justicia”, en clara alusión a la postura de la candidata oficialista.
En el ámbito católico, el vocero del clero capitalino, padre Luis Javier Mejía, también expresó su preocupación ante lo que considera una instrumentalización de la religión en el discurso electoral. “La Iglesia está con el pueblo. Siempre lo ha estado. Pero no vamos a permitir que se nos utilice como blanco de campañas ideológicas”, declaró.
Respuestas de la ciudadanía y apelaciones al respeto por las instituciones
El conflicto no solo activó a líderes religiosos, sino que también se propagó intensamente en redes sociales, donde diversas voces demandaron respeto al derecho a la libertad de credo y a la función de las iglesias como lugares de unión comunitaria y mediación en tiempos de dificultad.
Entre los comentarios más difundidos está el de un experto en política que, mediante la plataforma social X, afirmó: “Cuando un aspirante critica las creencias del público, desvela más su fanatismo que su plan”.
Ante el aumento de la presión social, tanto la Conferencia Episcopal como la Confraternidad Evangélica emitieron comunicados instando a un respeto mutuo entre las instituciones religiosas y los actores políticos. En sus declaraciones, destacan la relevancia de no transformar a las iglesias en objetivo de estrategias de campaña en un contexto donde la población exige soluciones a los problemas estructurales del país.
Un clima electoral marcado por la confrontación
La disputa entre la candidata del partido oficial y los grupos religiosos se desarrolla en un entorno con discursos conflictivos acumulados por representantes de Libertad y Refundación (LIBRE), gobernando desde 2022. Analistas políticos consideran que estas declaraciones podrían ser parte de una táctica de movilización polarizante que intenta fortalecer el apoyo al oficialismo, aunque sacrificando la comunicación con otros grupos sociales.
Este fenómeno ha coincidido con un incremento en la frustración de los ciudadanos debido a la continuidad de problemas de fondo como la pobreza, el desempleo y la inseguridad. Según algunos expertos, el foco en las discusiones ideológicas o simbólicas podría estar apartando la atención de las prioridades fundamentales de la población.
Una tensión que revela desafíos de gobernabilidad
La controversia alrededor de las afirmaciones de Rixi Moncada indica una tensión más profunda en relación con el papel de las instituciones tradicionales, como las iglesias, dentro del presente ciclo político en Honduras. Al cuestionar su función como mediadores sociales, el gobierno se arriesga a debilitar áreas que históricamente han ayudado a mitigar conflictos y promover el diálogo en situaciones de crisis.
Dentro de este contexto, el episodio revela los desafíos presentes en el proceso electoral: orientar el debate público hacia propuestas claras, evitando el deterioro de los lazos entre actores cruciales de la vida institucional. La manera de gestionar estas tensiones será clave para mantener la estabilidad democrática rumbo a las elecciones.