No más excursiones hoy en día, no más control de las operaciones agrícolas. En las delegaciones de la Oficina Francesa de Biodiversidad (OFB), las instrucciones de las prefecturas son claras: permanezcan en sus oficinas, opten por el teletrabajo los días de manifestaciones campesinas. Dentro del establecimiento público desarrollado para salvaguardar la biodiversidad, rebautizado “Oficina del Tejón Francés” por parte de algunos operadores en procesiones de tractores, consternan el conflicto que preocupa.
“Desde los anuncios del Primer Ministro (Gabriel Attal)Los agentes ya no van a las granjas, de lo contrario estarían en peligro, indica Véronique Caraco-Giordano, secretaria general de la Unión Nacional del Medio Ambiente (SNE-FSU). ¿Cómo podrán volver a realizar sus misiones después de eso? No se sabe. » Según ella, la denigrar agitado por algunos operadores “productivistas y contaminantes” Uno comenzó en el verano de 2023, particularmente en las redes sociales. El líder sindical desea “devolver los hechos a la arena pública”.
En 400.000 explotaciones agrícolas en Francia, los agentes de la OFB llevaron a cabo 3.000 operaciones de control en 2023 y la mitad de ellas fueron clasificadas como conformes con la normativa. En caso de infracción relevante para la justicia, ésta podrá dar lugar a una audiencia ante un fiscal, en presencia del agricultor de que se trate. Actualmente, los agentes prefieren pedir que se aplacen estas reuniones hasta que la situación se tense.
Insultos y amenazas
En cuanto al desarme exigido por la Federación Nacional de Sindicatos de Agricultores, provoca la reacción de la policía medioambiental: ¿no es ella la encargada de controlar a los cazadores y no está obligada a intervenir en las incautaciones de especies silvestres, que van acompañadas a veces de tráfico de armas? “La OFB cristalizó la crisis, observa Véronique Caraco-Giordano, mientras que está formado por personas apasionadas que quieren implementar la política de Estado. ¿Por qué echarlos a pastar? »
Desde hace semanas, delante de sus instalaciones se vierten cantidades de estiércol, purines, neumáticos viejos, heno podrido, setos, escombros, barro y residuos de todo tipo en toda Francia: desde Louvignies (norte) hasta Aubusson (Creuse) y Guéret, Nersac (Charente), Mont-de-Marsan y Gap, entre otros. Uno de los edificios del Haras national du Pin, en Orne, estaba envuelto en una película de plástico como si fuera un fardo de paja. Varios vehículos de la empresa estacionados frente al domicilio de los agentes sufrieron el mismo trato.
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