lUno de los temas principales de la COP29, que se celebrará del 11 al 22 de noviembre en Bakú, será la cuestión del apoyo financiero a los países en desarrollo. Pero la deuda pública mundial se ha triplicado desde mediados de la década de 1970, y este es particularmente el caso en los países desarrollados, donde alcanzó un nivel récord del 140% del PIB durante la pandemia. ¿Cómo podemos, en un contexto presupuestario restringido, asignar suficiente financiación global a la transición, cuando Europa ya está luchando por financiar los 800 mil millones de euros necesarios para aumentar su “Desafíos existenciales” figura en el informe de Mario Draghi?
El examen de una amplia gama de estudios sobre la financiación de las grandes transformaciones históricas, en Europa y en otros lugares, nos permite sacar una conclusión esencial para la financiación de la transición ecológica: incluso en un contexto presupuestario restringido, si ampliamos la concepción de la papel del Estado, efectivamente hay margen de maniobra (“ La caja de herramientas de financiación de la transición ecológica », Instituto Vanguardia, 2024). En Europa tendemos a centrarnos principalmente en la idea de que el Estado debe endeudarse para financiar una inversión limitada del sector privado. Esta discusión sobre los diferentes roles que el Estado puede desempeñar en la transición y su financiamiento debería estar en el centro de las discusiones de la COP29. Se pueden explorar cinco vías principales.
El primero consiste en aumentar la sostenibilidad de la deuda pública a pesar de los elevados ratios deuda/PIB. No sólo es poco probable que los factores tradicionales de reducción de la deuda funcionen a nuestro favor en los próximos años (“ Vivir con una deuda pública elevada », Serkan Arslanalp y Barry Eichengreen, agosto de 2023), pero incluso se espera que aumenten los ratios de endeudamiento. Por ejemplo, el impacto de la transición sobre la deuda pública francés sería de 25 puntos del PIB en 2040 (“ Los impactos económicos de la acción climática », Selma Mahfouz y Jean Pisani-Ferry, 2023). En este contexto, debemos optimizar aún más la gestión de nuestras deudas actuando sobre sus parámetros: vencimiento, indexación a la inflación, tipos de tenedor, deuda en moneda local o extranjera, etc. tantas propiedades que influyen en su sostenibilidad.
Entonces, el Estado puede invertir junto con el sector privado para orientarlo hacia inversiones de transición, y también beneficiarse del rendimiento de algunas de ellas. Por ejemplo, se podría seguir desarrollando el capital riesgo público. Un ejemplo de este tipo de medidas es el programa israelí Yozma, establecido en 1993, que permitió al país desarrollar su sector tecnológico.
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