Donald Trump no lo convirtió en un tema central de su campaña electoral, pero se encargó de colocar repetidamente el coche eléctrico bajo el fuego de las críticas para alimentar algunas escaramuzas con su competidor, acusado de un delito por querer prohibir los modelos térmicos. El presidente electo americano pretende abordar el tema en el marco de la política fuertemente proteccionista que pretende seguir. Sobre todo porque se trata de una pregunta sensata para su electorado. Según una encuesta de Gallup publicada en abril de 2023, el 71% de los republicanos se niegan a considerar la compra de un vehículo a batería, frente a sólo el 17% de los demócratas.
Para Trump, el coche eléctrico es una especie de herejía. Cuestiona sus méritos medioambientales y lo acusa de allanar el camino a la hegemonía china, de arruinar a los fabricantes estadounidenses y de dejar sin trabajo a los trabajadores manuales. Por el contrario, la presidencia de Joe Biden ha impulsado activamente los vehículos eléctricos, permitiéndoles aumentar del 1% al 7% las matriculaciones entre 2019 y 2024. Con, como resultado, importantes reducciones de impuestos -hasta 7.500 dólares (6.982 euros) por la compra de un coche nuevo y 4.000 dólares por un coche de segunda mano, sobre lo que Trump informó a Reuters en agosto de su intención de regresar.
El presidente también podría cuestionar el programa de inversión pública de 7.500 millones de dólares emprendido para acelerar la creación de una red de 500.000 estaciones de carga en territorio americano. En cuanto a las subvenciones a los equipos para ayudarles a adaptarse a la nueva mujer eléctrica, están en suspenso. Asimismo, algunos cargos electos republicanos en el Congreso expresan su intención de poner fin a la exención concedida a California (a la que se suman otros 17 estados americanos) que le autoriza a imponer a los fabricantes de automóviles normas medioambientales mucho más estrictas que las normas federales.
Los intereses de Elon Musk
Está claro que el presidente no asumirá el objetivo fijado por él mismo de vender el 50% de los coches eléctricos en Estados Unidos en 2030. La presencia de Elon Musk, el jefe de Tesla, junto al candidato victorioso cuya campaña financió generosamente , lo que nos anima a considerar que, bajo la segunda presidencia de Trump, la causa de los vehículos no será completamente desesperada. “Estoy a favor de los coches eléctricos, debo estarlo porque Elon me ha apoyado muy fuertemente”Trump también lo admitió sin ambigüedades.
Te queda el 46,48% de este artículo por leer. El resto está reservado para suscriptores.