No se anunció ninguna reunión, no había negociaciones en marcha. Como era de esperar, decenas de miles de trabajadores portuarios de la costa este de Estados Unidos y del Golfo de México se declararon en huelga el martes 1oh Octubre, falta de acuerdo con los empresarios. El conflicto llega en un momento calamitoso: cinco semanas antes de las elecciones presidenciales de Estados Unidos y justo antes del Día de Acción de Gracias y las vacaciones de fin de año. Se espera que el movimiento de la ILA (Asociación Internacional de Estibadores), el principal sindicato de portuarios con 85.000 miembros, paralice unos 14 puertos, desde Houston a Boston, pasando por Nueva York, Baltimore, Savannah y Miami. El sindicato exige un aumento salarial del 77% en seis años.
En un largo vídeo, su presidente, Harold Daggett, acusa a las compañías navieras internacionales de haber obtenido más de 200 mil millones de dólares en ganancias durante la pandemia de Covid-19 y exige una “aumento merecido”. “ Nunca cerramos el puerto durante Covid. Los miembros de ILA perdieron la vida cuando la gente trabajaba desde casa. Mis hombres estaban en los muelles todos los días”. acusar al Sr. Daggett, quien llamó«insultante» una oferta de un aumento cercano al 40%.
El salario máximo por hora es teóricamente de 39 dólares, o 81.000 dólares al año. Pero las horas extras están institucionalizadas. Una encuesta del estado de Nueva York encontró que el 55% de los trabajadores portuarios del puerto de Nueva York ganaron más de $150,000 en 2019-2020, y un tercio ganó más de $200,000. Según los empleadores, el salario real promedio de un trabajador portuario a tiempo completo en la costa del Pacífico es actualmente de 233.000 dólares.
Una ruptura en las negociaciones en junio
Esta huelga es la primera desde la de 1977, que tenía como objetivo luchar contra la generalización de los contenedores y duró 44 días. La importancia de estos puertos es decisiva: la mitad del tráfico de contenedores pasa por estas puertas hacia Estados Unidos. Un desvío en la costa oeste es casi imposible, con el Canal de Panamá obstruido por la sequía y los puertos californianos saturados.
No se verá afectado el tráfico de petróleo, ni el de cruceros de recreo, ni el transporte de material militar. Sin embargo, la huelga, con los obstáculos que tendría que recrear, podría reactivar la inflación, al igual que la desorganización logística que siguió al Covid-19. La preocupación es tanto mayor cuanto que el movimiento puede afectar también a las cadenas de producción de industrias que trabajan justo a tiempo, como la industria automovilística o la alimentaria, cuyos productos alimenticios son por definición perecederos. En resumen, surge el fantasma de un regreso al pasado, cuando la subida de los precios había disminuido lo suficiente como para permitir a la Reserva Federal, el banco central de Estados Unidos, bajar sus tipos del 5,25 al 4,75%.
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