miEn 2007, los productos internos brutos (PIB) de Estados Unidos y la Unión Europea (UE) eran casi similares; En 2024, el PIB de Estados Unidos será casi un 80% mayor que el de la UE. Después de una década de austeridad contraproducente, Europa no ha logrado el cambio hacia las nuevas tecnologías. China se ha consolidado en los sectores de las baterías, la energía eólica, la energía solar y el transporte terrestre eléctrico, y aquí nos encontramos una vez más contra la pared por los gigantescos planes de recuperación de nuestros socios y competidores.
Mientras Europa habla de frenar su acción climática, la administración Biden lanzó la Ley de Reducción de la Inflación en 2022, que se espera que movilice más de 500 mil millones de dólares en apoyo a las industrias bajas en carbono. India lanzó el Incentivo Vinculado a la Producción y China proporciona a sus industrias subsidios distribuidos por diferentes niveles de gobierno, actuando sobre el apalancamiento presupuestario y monetario.
Mientras tanto, la reforma propuesta de las reglas fiscales actualmente en negociación entre el Parlamento Europeo y los Estados miembros promete restablecer restricciones presupuestarias en total oposición a uno de los objetivos clave de la actual Comisión, a saber, la realización del Pacto Verde, compuesto a su vez por un montón de financiación incierta, una parte sustancial de la cual ya existe. Por eso es esencial el debate sobre la financiación del objetivo de neutralidad de carbono de Europa, sin hablar siquiera de la preservación de la biodiversidad.
Modernizar dos sectores: agricultura e industria
Para recuperarse, Europa debe confiar en lo que sabe hacer y que beneficiará a sus poblaciones y al resto del mundo: la descarbonización de su economía. También debe garantizar su independencia energética, en particular la inflación importada que provoca un aumento peligroso e innecesario de los tipos de interés del Banco Central Europeo (BCE) a expensas de las inversiones necesarias para la reconstrucción ecológica.
Para evitar esta degradación planificada, Europa debe invertir masivamente en su futuro. Recién publicado, el estudio “En el camino hacia Net Zero” del Instituto Rousseau estima que las inversiones necesarias hasta 2050 serán de 40.000 millones de euros, o 1.520 millones de euros al año. Tres cuartas partes de estos importes ya están disponibles y deben desinvertirse en actividades potenciales que deben reorientarse hacia la transición, por ejemplo de los vehículos con motor de combustión al transporte público y a los vehículos eléctricos.
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