“La concentración es un obstáculo para el compromiso de las explotaciones agrícolas en la transición a la agroecología”

“La concentración es un obstáculo para el compromiso de las explotaciones agrícolas en la transición a la agroecología”

la profesión de elevación, aunque muchas veces dura y exigente, la desempeñan mujeres y hombres apasionados y conscientes de la nobleza de su tarea. La ganadería contribuye a alimentar a la población manteniendo el tejido rural. Los rumiantes mantienen praderas, que son de gran interés en términos de biodiversidad y almacenamiento de carbono.

La cría de cultivos mixtos, la cría de pastos y el pastoreo, tal como lo practican muchos criadores, particularmente en la agricultura orgánica, son modelos social y ecológicamente coherentes. Proporcionan un entorno de vida digno a los animales, dan sentido al trabajo y garantizan la renovación de las generaciones. Más que cualquier otro modelo, estos beneficios son resultado de la crianza campesina sustentada en fincas a escala humana y registradas en su territorio. Sin embargo, la ganadería francesa está experimentando una rápida reestructuración.

En diez años, la cabana bovina disminuyó un 10,6%, y pasamos de casi 200.000 a 143.000 explotaciones ganaderas. Esta erosión va acompañada de una concentración de la producción en explotaciones cada vez más grandes y cada vez menos resistentes. De hecho, durante el mismo período, el número de cabezas por explotación aumentó un 22% para las vacas nodrizas y un 30% para las vacas lecheras. Como resultado, convertirse en criador se convierte en un pozo financiero, ya que los fondos necesarios para comprar una granja son elevados, lo que desalienta demasiadas nuevas vocaciones.

Los daños de la densificación

Esta concentración es también un obstáculo para el compromiso de las explotaciones agrícolas en la transición a la agroecología. El modelo intensivo e industrial, por el momento, está funcionando bien. Cuenta con un apoyo masivo de las autoridades públicas en nombre de una competitividad disfrazada cínicamente de soberanía alimentaria. Y, sin embargo, ¡contribuye a mantener la crisis!

En Francia, un número creciente de animales se crían en sistemas intensivos, sin acceso exterior y sometidos a altas densidades. Estas prácticas industriales plantean riesgos importantes de amplificación de enfermedades epizoóticas (influenza aviar, lengua azul, enfermedad hemorrágica epizoótica, etc.) que hoy representan una amenaza existencial para todas las explotaciones ganaderas.

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Otra consecuencia de esta intensificación: la desaparición de las praderas en favor de una creciente cerealización de las tierras agrícolas francesas y, en espejo, un aumento de las importaciones de soja para alimentar al ganado. Un fenómeno que conduce a una reducción del acceso de los animales a los pastos, yendo al bosque cero.

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