En Bruselas observamos con preocupación estos movimientos de resistencia o de protesta que agitan al mundo agrícola europeo. El precedente de los «chalecos amarillos» en Francia, un número traumatizado de veintiséis homólogos de Emmanuel Macron, y las instituciones comunitarias temen que un movimiento de este tipo parta del campo y se extienda por todo el continente.
Ya sea en el Consejo, en la Comisión o en el Parlamento Europeo, en los últimos meses los distintos actores de la Unión Europea (UE) han prestado una atención muy específica a un sector agrícola que ha soportado en gran medida la peor parte de la renovada inflación, tras la la guerra en Ucrania y la crisis energética, y que la apertura del mercado interior a los productos ucranianos ha debilitado aún más.
La proximidad de las elecciones europeas, previstas del 6 al 9 de junio, y el miedo a ver, como predicen las encuestas, partidos populistas y nacionalistas ganando terreno en el Parlamento de Estrasburgo, ha provocado un endurecimiento de las posiciones, ya sea en las filas conservadoras del Hemiciclo o en los estados miembros más agrícolas. En este contexto, el Pacto Verde Europeo, que debería llevar a los Veintisiete a la neutralidad de carbono en 2050, no sale ileso.
Fracaso de “la estrategia de despolarización”
En todas partes de Europa, los partidos de extrema derecha se pronuncian ahora a favor de una agricultura que el Pacto Verde pondría en peligro. Empezando por la manifestación nacional francesa, cuyo jefe de lista en las elecciones europeas, Jordan Bardella, convocó, el miércoles 17 de enero, en Estrasburgo, a declarar “estado de emergencia agrícola”.
Desde que la Comisión presentó, en julio de 2021, más de 70 propuestas legislativas que deberían permitirles reducir sus emisiones de CO en un 55%2 En 2030 respecto a 1990, los europeos hemos emprendido una verdadera maratón legislativa –fin del motor térmico en 2035, reforma del mercado del carbono, aplicación de un impuesto al carbono en las fronteras, adopción de objetivos ambiciosos en materia de energías renovables…– para situarnos en condiciones de respetar el acuerdo climático de París.
Pero, en el verano de 2023, en el mismo momento en que el hombre fuerte del Pacto Verde, el Comisario Frans Timmermans, dejaba su cargo para implicarse en la vida política holandesa, los mecanismos empezaron a paralizarse y los textos que aún estaban por aprobarse completados –más vinculados con el medio ambiente que con el calentamiento global– han pagado el precio. “La estrategia de despolarización que funcionó durante el resto del Pacto Verde ha fracasado en la agricultura”explicó en varias ocasiones Pascal Canfin, presidente de la comisión de Medio Ambiente del Parlamento Europeo.
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