“Este paisaje es una epopeya humana”dice Jorge Dias mientras contempla, desde lo alto de una colina, el emplazamiento de Quinta do Ventozelo (norte de Portugal), una finca de 250 hectáreas comprada en 2014 por su empresa, Gran Cruz, líder mundial en vinos de Oporto y propiedad de los franceses. grupo La Martiniquaise. A lo lejos destacan las paredes blancas y los tejados de teja del complejo enológico y enoturístico, rodeados de la inmensidad de la naturaleza esculpida por el hombre. Onduladas o rectas, horizontales o verticales, las vides están por todas partes o casi, surcan con sus terrazas de esquisto las laderas de las montañas que descienden hacia el Duero. Este río termina su curso de 200 kilómetros más al oeste, en el puerto que dio nombre al vino generoso más famoso.
Patrimonio Mundial de la UNESCO, los espectaculares antroposoles, estos paisajes fuertemente modelados por el hombre, del Valle del Duero albergan una ruta del vino de 48.000 hectáreas divididas, de este a oeste, en tres sectores: Baixo Corgo, Cima Corgo y Douro Superior. Comprometidas hace tres siglos a satisfacer las exigencias XXL de los comerciantes británicos que centraron su desarrollo en los vinos portugueses tras dejar de comerciar con Francia, las obras faraónicas han forjado este entorno. Al mismo tiempo, el marqués de Pombal, todopoderoso ministro del rey de Portugal José Iohfue responsable, en 1756, de delimitar este viñedo y regular su producción, convirtiendo al Duero en pionero de la noción de “denominación de origen controlada”.
En una carta enviada a la corona portuguesa a mediados del siglo XVIIImi siglo, los comerciantes ingleses definieron así su “puerto ideal” : “Ardiente como una pistola, dulce como Brasil, picante como la India y oscuro como la tinta. » De siglo en siglo, el saber hacer se ha perpetuado y perfeccionado, enmarcado por multitud de reglas, cuya aplicación está garantizada por los laboratorios y catadores del Instituto del Vino del Duero y de Oporto (IVDP). Están autorizadas más de 100 variedades de uva: touriga nacional, tinta roriz, touriga franca, tinta barroca e incluso tinta cao, entre las más conocidas.
Pocos vinos tienen tanta huella de la intervención humana. Tradicionalmente se comienza con el estrujado de las mejores uvas en silos de granito, el lagares. Algunas marcas importantes, como Taylor’s, continúan con este método para sus vinos de alta gama, pero la mano de obra es escasa. En Symington (propietario de Graham’s, Dow’s, Warre’s y Cockburn’s), por ejemplo, están tomando el relevo máquinas diseñadas para reproducir la suave presión de los arcos de los pies.
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