La ayuda humanitaria llega a la Franja de Gaza en cantidades muy inferiores a las necesarias para paliar la catástrofe que asola el enclave palestino. Cuando se cumple un mes desde que Israel anunció su bloqueo total en Gaza para asfixiar a sus más de dos millones de habitantes, en paralelo a su devastadora ofensiva militar, los esfuerzos diplomáticos solo han logrado por ahora abrir un intermitente corredor para la entrega de suministros esenciales —limitados a comida, agua y medicinas— a través del paso fronterizo de Rafah, entre Gaza y Egipto. Pero las condiciones impuestas por Israel a cambio de garantizar la seguridad de los convoyes humanitarios siguen impidiendo un mayor flujo de asistencia, a pesar de que esta está lista para salir, y están exhibiendo los límites del cordón umbilical egipcio.
Desde que el goteo de ayuda comenzó a fluir por Rafah el 21 de octubre, solo han podido acceder a Gaza en torno a 700 camiones, según el recuento de la oficina de la ONU para asuntos humanitarios (OCHA). En el primer semestre del año, entró una media de 9.500 camiones al mes. Así que los 700 vehículos de los últimos 20 días cubrirían el equivalente al 11% de los bienes que Gaza recibía antes de la guerra. Este goteo implica para los habitantes de la Franja dificultades cada vez más agudas para conseguir raciones mínimas de agua y alimentos para sobrevivir. El envío de combustible sigue vetado, y los hospitales del norte del enclave están teniendo que realizar operaciones complejas, incluidas amputaciones, sin anestesia, según agencias de la ONU. El paso de Kerem Shalom, entre Gaza e Israel y la principal entrada de mercancías hacia la Franja antes de la imposición del bloqueo total, permanece cerrado.
El alto comisionado de la ONU para los Derechos Humanos, Volker Türk, afirmó este miércoles desde Rafah que la ayuda que llega a la Franja es “escasa y con un alcance geográfico muy limitado”. Türk instó a Israel, “como potencia ocupante”, a garantizar que la ayuda más básica y vital pueda llegar a todos los que la necesitan, puesto que la población sigue siendo “enormemente vulnerable en todas partes de Gaza”.
El fiscal del Tribunal Penal Internacional (TPI), Karim Khan, ha advertido de que impedir el envío de ayuda humanitaria puede constituir un delito, y ha subrayado que Israel debe garantizar que los gazatíes reciben alimentos, agua y suministros médicos. El secretario general de la ONU, António Guterres, indicó por su parte el lunes que la ayuda que está llegando a Gaza a través de Rafah es “vital”, pero reconoció que este paso fronterizo “por sí solo no tiene capacidad para procesar los camiones de ayuda a la escala necesaria”.
“La cantidad de ayuda que entra es una gota en el océano de las necesidades humanitarias de Gaza”, coincide Mey El Sayeg, de la Federación Internacional de Sociedades de la Cruz Roja y de la Media Luna Roja (IFRC). “Antes de este conflicto entraban en Gaza unos 100 camiones solo de ayuda [al día]. Así que imagínate ahora, con todas las hostilidades en curso, si solo entra este número”, desliza.
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El movimiento a través del puesto de Rafah se vio inicialmente interrumpido después de que Israel bombardeara el lugar tres veces en menos de 24 horas tras anunciar su asedio total sobre Gaza, lo que provocó importantes daños en la terminal palestina del cruce. Desde entonces y hasta su reapertura parcial el 21 de octubre, Tel Aviv no ofreció garantías de seguridad para que ningún convoy de ayuda humanitaria pudiera cruzarlo.
En un intento de presionar para que se permitiera el envío de ayuda a Gaza, solo tres días después de que Israel anunciara su bloqueo total de la Franja, Egipto designó el aeropuerto internacional de El Arish, a 45 kilómetros de Rafah, como centro logístico para recibir suministros destinados al enclave palestino. Desde entonces han aterrizado en sus pistas cargamentos de múltiples países, agencias de la ONU, la Unión Europea y la Cruz Roja.
Visita de Biden
La situación en Rafah empezó a desbloquearse tras una visita del presidente de Estados Unidos, Joe Biden, a Israel el 18 de octubre. Aquella noche, el Estado judío anunció que seguiría sin permitir la entrada de ayuda humanitaria desde su territorio, pero que no impediría la que procediera de Egipto siempre y cuando se limitase a alimentos, agua y medicinas para la población civil en el sur de la Franja y que no llegara a Hamás ni incluyera combustible.
Reem Nada, una portavoz del Programa Mundial de Alimentos (PMA) en El Cairo, apunta: “Las negociaciones para un suministro de ayuda continuo y sostenido siguen, y muchos socios humanitarios, agencias de la ONU y la Media Luna Roja egipcia trabajan sin cesar para que así sea. Pero la luz verde para tal movimiento nunca está garantizada”.
A excepción de los dos primeros, todos los convoyes que entran a Gaza por Rafah desde su reapertura deben dirigirse primero al paso de Al Ouga-Nitzana, entre Egipto e Israel y 40 kilómetros al sur de Rafah. Allí son inspeccionados por las autoridades israelíes en su terminal del puesto fronterizo, y luego regresan a Rafah para acceder a la Franja. Un portavoz de la unidad del ministerio de Defensa israelí encargado de coordinar los asuntos civiles en los territorios palestinos ocupados (COGAT) admite que “todos los suministros son inspeccionados por personal de seguridad israelí antes de introducirlos en Gaza”.
Reem Nada, del PMA, señal que tanto ellos como otras agencias de la ONU y ONG cuentan con “todo tipo de ayuda humanitaria”, pero lamenta que continúan teniendo que “esperar la luz verde para entrar a Gaza”. Martin Griffiths, el coordinador de la ONU de ayuda humanitaria, ha propuesto establecer un sistema de inspección rápido, ligero y aleatorio, similar al usado entre Turquía y el noroeste de Siria, pero su idea no ha prosperado. La cantidad de camiones que cruzan Rafah ha aumentado ligeramente desde principios de noviembre, pero solo llegaron a superar el centenar un día.
La lentitud que este proceso está imprimiendo en el flujo de ayuda está creando cuellos de botella en El Arish, donde hay grandes cantidades de suministros humanitarios parados. También en el exterior, ya que algunos países, como Qatar, han afirmado haber frenado el envío de más cargamentos a Egipto para no desbordar El Arish. Y El Sayegh, de la IFRC, nota asimismo que hay que controlar la caducidad de alimentos y medicinas.
89 trabajadores de la ONU han muerto en Gaza
Los desafíos tampoco acaban una vez los convoyes humanitarios cruzan Rafah, ya que no existe un alto el fuego geográficamente delimitado dentro de Gaza para distribuir la ayuda de forma segura, como se había tanteado en un inicio. Hasta ahora, 89 trabajadores de la agencia de la ONU para los refugiados palestinos (UNRWA) han muerto en Gaza.
Además, los bombardeos israelíes también han causado importantes daños en las carreteras que conectan el paso de Rafah con el resto de Gaza, y las autoridades israelíes han prohibido explícitamente la distribución de ayuda humanitaria en el norte de la Franja, a cuyos residentes están intentando desplazar a la fuerza hacia el sur del enclave.
“Estas decisiones no debería tomarlas Israel; no es Israel quien debe decidir cómo se distribuye la ayuda, sino los actores humanitarios”, considera Miriam Marmur, directora de incidencia pública de Gisha, una organización israelí que vela por la libertad de movimiento en Palestina, especialmente de los residentes en Gaza.
En ofensivas militares anteriores de Israel sobre Gaza también se habían ordenado cierres temporales de los pasos fronterizos, según apunta Marmur. Pero nota que, en los últimos años, las escaladas de violencia fueron más breves y en algunos momentos se permitía la entrada “de algo de ayuda”. “[Ahora] se trata sin duda de una situación sin precedentes en términos de cuánto tiempo ha pasado y del cierre completamente hermético”,
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