“Que François Ruffin se haya comportado conmigo como lo hizo también es un problema político”

En una novela inolvidable titulada El rojo es vida. (Seuil, 1998), el escritor Thierry Jonquet (1954-2009) describe una escena en la que Víctor, un joven rebelde posterior a mayo del 68, solicita unirse a un grupo revolucionario. “Somos una organización proletariaadvierte el amigo que le está dando su examen de ingreso. Y usted es un pequeño burgués. Un intelectual pequeñoburgués, desde que era estudiante de secundaria. » Sin embargo, el estudiante de secundaria en cuestión, hijo de trabajadores, vive en un pequeño apartamento sin baño, y es enviado allí a pesar de que su tutor en el bolchevismo proviene de un ambiente mucho más privilegiado que él… “Víctor abrió mucho los ojos y se tragó la indignación que subía a su garganta”señala Jonquet, resumiendo así el malestar que experimentan tantos activistas de izquierda, pasados ​​o presentes, cuyo esfuerzo disciplinado a menudo se ha confundido con un sentimiento de culpa.

También Johanna Silva se tragó al principio su ira. Durante cinco años, estuvo al lado de François Ruffin, defendiendo sus ideas, vigilándolo y encargándose de numerosos aspectos logísticos: encontrar una sala, encaminar el sistema de sonido, dirigir el debate, conseguir el micrófono… Desempeñó un papel importante en el éxito de la película Gracias jefe ! (2016), luego en la campaña que permitió al editor jefe del periódico Faquir para ingresar a la Asamblea Nacional, donde fue su primera asistente parlamentaria: “ “La mayordomía seguirá. » Es decir Johanna »resume el diputado sobre este activista imprescindible al que saludó como a su “sujetadores rectos” y su “empresa de carreteras”.

La cuestión de la dominación.

Durante este período, relata en el libro que publicó, Amor y revoluciónJohanna Silva aceptó escuchar “Francisco” y sus camaradas, todos hombres, la acosan llamándola “la pequeña burguesía”. Y entonces, un día, se dio cuenta no sólo de que no tenía sentido, ya que provenía de un entorno modesto, sino, sobre todo, de que había una manera de tomar el poder sobre ella. “Llamarme “pequeño burgués” fue porque era una forma buena y segura de tener influencia, un control.confía al “Mundo de los Libros”. Yo mismo me había superado socialmente, sentía una profunda culpa hacia mi madre, que tuvo una juventud mucho más pobre que la mía. Entonces, al hablarme así, François se estaba metiendo en un verdadero agujero. Además, en mi libro, cuando hablo de dominación, pienso en la forma en que el dominante toma, pero también en la manera en que el dominado se deja tomar…»

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