En India, una segunda vida para los saris

En India, una segunda vida para los saris

CARTA DESDE NUEVA DELHI

Ubicado en Andheri, un suburbio de Mumbai, el taller parece una colmena zumbante. Las costureras abandonaron sus máquinas de coser, llegó el momento de dedicarse, este 11 de octubre, a una puya (“oración”) para celebrar a la diosa Durga, símbolo de la victoria del bien contra el mal, que puede asegurar la prosperidad. Varios pares de tijeras grandes estaban alineadas sobre un banco de trabajo, cubiertas con pétalos de flores, para ser bendecidas. Llevan diez años dando trabajo a cientos de mujeres desfavorecidas, que trabajan aquí para dar una segunda vida a los saris.

En una primera sala, repleta de telas y estampados, un hombre examina un viejo sari sobre una mesa iluminada por luces de neón. Identifica cada defecto, cada desgaste, sobre el que pega pequeñas pegatinas cuadradas. Luego, la tela pasa a manos expertas que la cortarán siguiendo patrones, evitando los defectos. En una sala contigua, docenas de costureras se reúnen y cosen para crear piezas nuevas y contemporáneas para una audiencia internacional. El resultado serán modelos únicos y de alta gama de chaquetas, bombers, chalecos, kimonos, bolsos, artículos de yoga, joyas y artículos para el hogar, vendidos exclusivamente para su exportación a un país. Treinta países, entre ellos Francia, Italia y España. El mercado indio es muy reducido, dado el prejuicio de casta, que dificulta llevar ropa de origen desconocido.

I Was A Sari nació en 2014, con un modesto taller en el barrio pobre de Dharavi, el más grande de Asia, impulsado por un italiano, Stefano Funari, deseoso de promover la emancipación de la mujer. “Cuando llegué a la India en 2011, comencé a trabajar en proyectos que apoyaban a los niños de los barrios marginales. Luego rápidamente me di cuenta de que la forma más eficaz de ayudar a estos niños era empoderar a sus madres. Esto es lo que me impulsó a trabajar con mujeres desfavorecidas”él confía. Han pasado diez años y la empresa cuenta con siete centros de producción. Allí trabajan unas 350 personas, entre ellas 300 mujeres. “Estamos creciendo año tras año y seguiremos desarrollándonos”explica el jefe en su modesto despacho, situado en el primer piso, entre costureras y el departamento de marketing.

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El zoco Chor Bazar

Para racionalizar su estructura, la empresa subcontrató la producción a dos organizaciones no gubernamentales (ONG), Community Outreach Program y Animedh Charitable Trust, que participan en programas de formación profesional en costura. I Was A Sari diseña los productos, obtiene materiales, gestiona las ventas y el marketing, la logística y supervisa el control de calidad.

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