Desierta a plena luz del día, llena de cartuchos de munición y escombros medio quemados, la calle Saint-Martin, en Puerto Príncipe, la capital de Haití, parece tierra de nadie. Es difícil imaginar que esta calle devastada del popular barrio de Solino albergara, hace apenas unos meses, un mercado diario con varios miles de comerciantes y compradores. Pero en enero, tras una nueva serie de ataques mortales en este sector, perpetrados por bandas armadas que controlan el 80% de la ciudad y varias localidades en otras partes de Haití, el mercado Carrefour Péan estaba en declive.
Sólo un negocio permanece discretamente en esta antigua calle animada: la panadería Bon Accueil. Con una linterna en la boca, dos jóvenes empleados equipados con largas palas reprocesan panes rústicos sacados del antiguo horno de ladrillo, posteriormente ennegrecidos, y los colocan en una estantería. “Hacemos pan, por así decirlo, por diversión: hace tres años que no funciona”Con muecas, en la oscuridad y el calor sofocante de su trastienda, Augustin Vénol, jefe, desde 2001, de esta panadería fundada por sus padres hace medio siglo.
Y por una buena razón: la inseguridad rampante ha hecho que el trabajo nocturno sea demasiado peligroso. De los veinte empleados, divididos en dos equipos, el panadero sólo contaba con doce, que trabajan por la mañana. Esta solución está lejos de ser una panacea, ya que los ataques también pueden ocurrir a plena luz del día. Resultado, “Los clientes tienen miedo de venir”Suspira el artesano de 53 años, con sus hábitos manchados de harina y sudor. Su producción se ha desplomado, hasta el punto de que la empresa sólo consume “dos o tres” sacos de harina de 50 kilos diarios, frente a “diez a quince” en el pasado, dice. El precio de este último también se ha duplicado, debido a las dificultades de suministro. Pero al panadero Solino no le queda más remedio que perseverar. Para asegurar su negocio, al no poder transportar equipos nuevos, “Habría que poder mover el horno”dijo, poniendo los ojos en blanco.
El descenso a los infiernos
Estas limitaciones vinculadas a la violencia de las pandillas son comunes a las empresas en la región de Puerto Príncipe, que concentra la mayor parte de la actividad económica de Haití. A principios de 2024, las bandas criminales intensificaron sus abusos para lograr la salida del impopular primer ministro Ariel Henry. El descenso a los infiernos se aceleró repentinamente el 29 de febrero, cuando varios grupos rivales decidieron unir fuerzas.
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