El arquitecto Gilles Perraudin, por amor a la piedra

Se trata de un pequeño edificio de piedra, muy sencillo, un volumen ortogonal de un solo inquilino que se levanta en un único nivel. Este pabellón de recepción de las canteras de Fontvieille (Bouches-du-Rhône), sin embargo, no se parece a nada conocido. Es su fachada lo que lo distingue. Una gruesa pared atravesada casi por todas partes por extrañas formas geométricas asimétricas, algunas coloreadas por los filtros que se le han aplicado. Para lograr este resultado, el arquitecto Gilles Perraudin se basó en el principio que fundó en su época el grupo de investigación literaria Oulipo, según el cual la libertad podía surgir de la coacción. En este caso, consistió en trabajar con bloques de piedra idénticos, de 70 centímetros de espesor y 800 kilogramos cada uno, y cortados en la inusual forma de un trapezoide rectangular, por decir lo menos. La idea era ensamblarlos en seco como las piezas de un juego infantil, permutándolos en todas las posiciones posibles hasta lograr una forma de armonía.

La combinación de cortes rotos, pequeñas aspilleras verticales y grandes setas puntiagudas en las que se centró el arquitecto produce marcos cubistas sobre las canteras de piedra y la vegetación salvaje. Rayos de luz se entrecruzan en la oscuridad ambiental. Alrededor de una fuente de piedra, una pequeña torre de Babel sobre la que mana un hilo de agua clara, bancos de piedra invitan a sentarse y disfrutar un momento del frescor del material. Hay magia en el aire, y sobre todo frescura, que contrasta maravillosamente con el evasor del exterior.

Descendiente de una línea de trabajadores y campesinos, Gilles Perraudin entró en la piedra como se entra en la religión. Después de una carrera temprana situada bajo los auspicios de la arquitectura de alta tecnología, un proyecto de bodega que llevó a cabo en Vauvert (Gard), en 1998, en una finca vinícola que acababa de adquirir, le abrió los ojos sobre las propiedades de este material natural. que el sector de la construcción abandonó después de la guerra en favor del hormigón armado. La piedra es un material que respira., ¿Predica hoy, con la fe de los convertidos?. Libera durante el día la humedad absorbida durante la noche, refrescando así naturalmente la atmósfera… Es un recurso casi inagotable –la Tierra está hecha de piedra– y que puede reutilizarse indefinidamente. Además, no contamina, al menos si se monta en seco. Su tamaño requiere muy poca energía. Su huella de carbono es aún menor ya que puede transportarse en barco o en tren…”

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