¿Cómo reconciliar a los franceses con los impuestos? Quizás estableciendo una forma de “impuesto participativo”, que permita a cada contribuyente determinar el destino de parte de lo que paga al Estado. Al menos esa es la idea de Gabriel Attal. El Primer Ministro dimisionario mencionó esta propuesta en el “pacto de acción para los franceses” que envió el 12 de agosto a los presidentes de los grupos parlamentarios como base de discusión para “construir compromisos legislativos” y superar la ausencia de mayoría en la nueva Asamblea Nacional.
El ahora jefe de los diputados macronistas, Gabriel Attal, sugiere dar a cada contribuyente la “posibilidad de destinar parte del impuesto sobre la renta o una contribución adicional a una misión del presupuesto del Estado libremente elegida”. El ex ministro delegado encargado de las cuentas públicas en el gobierno del Borne relanza así un proyecto discutido durante mucho tiempo, pero rechazado hasta ahora por su partido.
“Es una vieja idea liberal, la de la tributación voluntaria”, explica Philippe Juvin, diputado (derecha republicana) por Altos del Sena, que lo defendió vigorosamente durante su candidatura a las primarias de derecha, en 2021. Para algunos liberales, escépticos en principio con respecto a las limitaciones impuestas por el Estado, el impuesto podría pagarse voluntariamente, a modo de donación, contribución justificada para cada persona por su propio interés en la existencia de los servicios públicos, el mantenimiento del orden, etc. En 1789, la primera “contribución patriótica” ¿No se suponía que a los revolucionarios se les pagaría voluntariamente? Su actuación fue muy mediocre.
Dar sentido a la fiscalidad
El filósofo alemán Peter Sloterdijk revivió la idea de la tributación voluntaria en su libro Repensar los impuestos, por una ética del don democrático (Libella/Maren Sell, 2012). Para devolverle el significado a los impuestos, recomienda que los ciudadanos puedan elegir no la cantidad que pagan, sino al menos para qué se utiliza una fracción de este dinero. Exactamente lo que menciona Gabriel Attal.
El dispositivo no es técnicamente imposible. Ya existe en Italia con el “ocho por mil”. Desde 1986, cada italiano puede indicar en su declaración de la renta a qué le gustaría que se destine el 0,8% de su impuesto: a acciones sociales o humanitarias llevadas a cabo por las autoridades públicas, o a una de las religiones que han celebrado un acuerdo con el Estado. Este sistema se ha convertido en la principal fuente de financiación del culto y de las actividades humanitarias en la Península.
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